sábado, 24 de febrero de 2018

En Dios amor no hay temor, sino descanso y fortaleza


2° Domingo de Cuaresma, Ciclo B.

Gen 22, 1-2.9-13.15-18.
Salmo 115.
Rom 8, 31-34.
San Marcos 9, 2-10.

El Salmo 26 de la antífona de entrada de este domingo de cuaresma guarda una relación insospechada con las lecturas, porque dicho Salmo nos habla de la confianza plena que debemos tener en Dios (la fe), tanto así que su título es: en Dios no hay temor. En la primera lectura se nos presenta al padre de la fe: Abraham. Él supo responder a Dios en todo momento con una fe inquebrantable, el texto sagrado trata de convencernos de la intachable actitud religiosa del patriarca, sabia muy bien que en Dios no hay nada que temer. Por otra parte, en la segunda lectura nos presentan parte de un himno al amor de Dios: Si Dios que está con nosotros ¿Quién estará contra nosotros?, si leyéramos todo el himno podríamos encontrar frases insuperables como: en todo esto saldremos vencedores porque él nos amó primero (37) o nadie ni nada puede separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro (38-39).

En este sentido, la primera idea que podemos sacar para este domingo es lo siguiente: el Misterio Pascual para quien nos preparamos es la mayor manifestación del amor de Dios para con nosotros los pecadores. Lo que debemos reforzar es nuestra fe y plena confianza en Dios. Recodemos: en Dios amor no hay ningún temor.

Por otra parte. Los signos de hoy son los siguientes: montañas-cuaresma-sacrificio. Si nos fijamos bien, cada uno de los personajes de este domingo tiene su propia montaña, cuaresma y sacrificio: Abraham sube una montaña del país de Moría; Moisés sube el Sinaí y pasa cuarenta años en el desierto; Elías sube Horeb y ha caminado antes 40 días; y Jesús ha pasado 40 día en el desierto y ahora ha subido al Monte Tabor. El monte, al igual que el desierto, es el lugar en donde Dios se manifiesta para tener un encuentro con el hombre (Teofanía) y comunicarle el plan de salvación. El número 40 también es simbólico, representa el tiempo de Dios (Kairos) que supera el tiempo del hombre (cronos).

En este sentido, la cuaresma significa para mi vida un tiempo sagrado y único de encuentro con Dios. Podemos estar seguro de que esta cuaresma es para todo cristiano un tiempo de gracia y salvación. Por lo tanto, tengo que aprovechar esa gracia en donde Dios se me quiere manifestar y regalarme muchos dones, principalmente el de la conversión. También, la cuaresma es un espacio único de encuentro con Dios, el cual, transforma la vida, la vuelve totalmente otra, la transfigura. Para Abraham, Elías, Moisés y Jesús la montaña sirvió para descansar en el Señor y retomar fuerzas para continuar su misión. Igual nosotros, nos encontramos con Dios para descansar en Él y salir fortalecidos para cumplir nuestra misión en la historia.

Dios te bendiga.

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