La pregunta: ¿Tu templo parroquial es un lugar sagrado?[1] Suena como fuera de lugar, pero no lo está. Empecemos
definiendo términos.
La Iglesia primitiva no tenía templos para celebrar el culto
cristiano, porque no querían confundirse con los judíos o paganos que tenían los
propios, aunque Hechos de los Apóstoles da testimonio que la comunidad
apostólica y los primeros núcleos de cristianos asistían al templo de Jerusalén
para seguir con el culto judío, la eucaristía era celebrada en casas
particulares, en el lugar que era reservado para las fiestas familiares (Hch
19, 9; 19, 7; Flm 2; Col 4, 15; Rom 16, 3.5; 1 Cor 16, 19).
Luego, con el tiempo, la arqueología cristiana nos explica que hubo
casas específicas que se destinaron exclusivamente para la celebración
litúrgica, cuyos nombres fueron de diferente forma según el lugar en donde
habían sido construidas: Casa de la Iglesia (domus ecclesiae), Casa de Dios (domus
Dei), casa del Señor (Dominicum),
casa grandiosa del Señor, Tituli romani. Etc. Estos datos van en
contra de la falsa opinión (en nuestro tiempo le llamaríamos fake New)
de que el culto cristiano se desarrollaba en las catacumbas, lo que en realidad
es totalmente falso. Lo siento, si has vivido engañado por varios años.
Después de la Pax Romana el
desarrollo de los lugares de culto tuvo un salto cualitativo, pues, nacieron
las grandes basílicas y catedrales del mundo. Este punto da para más, pero para
nuestro tema es suficiente referencia. Dedicaré un apartado otro día para hablar
sobre la evolución histórica de los templos cristianos a lo largo de la
historia. Si tienes una duda házmelo saber con un comentario.
Ahora bien, entre los cristianos el término “ecclesia” es equivoco, pues, por un lado, sirve para designar los
edificios de culto litúrgico; pero, por otro lado, lo ocupamos para nombrar de
esa manera a la comunidad cristiana. A este fenómeno se le llama “metonimia”. Lo
hemos dicho anteriormente: al principio, los cristianos no querían usar la
palabra “templum”, porque designaba el lugar de culto de los paganos y los
judíos, preferían usar la palabra “iglesia”, aunque para nosotros hoy en día son
sinónimos, ya que tenemos claridad teológica al respecto. [2]
En otras palabras, los cristianos no hacemos templos en sentido propio,
porque según el Nuevo Testamento el templo de la Nueva Alianza es la humanidad
de Jesús (Jn 2, 18-22); nosotros por el bautismo somo injertados en ese templo
como piedras vivas; también, debemos recordar que somo templos del Espiritu
Santo y morada de la Santísima Trinidad (1 Pe 2, 5;1 Cor 6, 19-20; 3, 16-17; 2
Cor 6, 16; Rom 8, 9, 11); pero, por
extensión a los edificios que construimos para que los fieles cristianos se
reúnan por derecho a orar y celebrar su liturgia les podemos llamar
templos o iglesias, en el sentido que son símbolos del verdadero templo que es
Cristo y su Iglesia, que algunos pensadores le llaman “epifanía de la Iglesia o
del Cristo total”.
¿un lugar sagrado?
El Codex del 1983 dice lo siguiente: Son lugares sagrados
aquellos que se destinan al culto divino o a la sepultura de los fieles
mediante la dedicación o bendición prescrita por los libros litúrgicos (Can.
1205).
Hay que hacer una aclaración terminológica, sobre todo por aquellos
grandes “eruditos” teólogos que, equivocadamente en nombre del Concilio
Vaticano II, sienten un natural desprecio por el binomio sagrado-profano.
Dedicación (Dedicatio), Sagrado (Sacro o Sacrum), Consagrado o consagración (Consecratio) o Santo
(Santus): desde la fenomenología de la religión y desde su etimología son
términos que nos indican el hecho de que una persona, lugar o cosa está
apartado, reservado y ordenado para la divinidad. También, significan la acción
de sacar a alguien o algo de su ámbito natural para destinarlo al servicio de
la esfera de lo divino, o sea, hacer a algo sagrado.
Profano: esta palabra no
tiene un sentido negativo, todo lo contrario. Viene de dos palabras del latín:
pro (delante de) fanum (consagrado), o sean, lo que está delante de lo sagrado.
Esto indica toda persona, lugar o cosa que está en su ámbito natural,
delimitado por lo que es sagrado, lo que está en referencia de lo que ha sido
consagrado.
En el contexto teológico-liturgico habría que distinguir estos términos
como tres momentos, delimitándonos en lo que respecta a las iglesias.
En un primer momento, un edificio no es iglesia solamente porque su
estructura arquitectónica lo hace parecer de esa manera. Mientras este no sea
consagrado a Dios a través de un rito por parte de la autoridad competente de
la iglesia (obispo, ordinario del lugar o delegado) seguirá siendo un lugar
profano aunque se celebre el Culto Divino. Pero seamos categóricos: no pasa de
ser eso, un lugar profano.
En un segundo momento, dedicar un templo se puede entender de dos
maneras. Por una parte, se entiende por dedicación a la intención de la comunidad cristiana de ofrecer a Dios una construcción
que estará destinada al uso exclusivo del Culto Cristiano, es decir, apartado
para Dios. Por otra parte, dedicación es la
denominación oficial del rito litúrgico que confiere el carácter sagrado al
edificio que se ha construido y se ofrece a Dios. Porque la nueva legislación litúrgica, en lo
que tiene que ver con el nombre de los ritos, la dedicación está destinada para
los lugares o cosas, mientras consagración tiene que ver con las personas. Pero
la diferencia es técnica, no teológica.
En un tercer momento, dedicar un templo es la acción en sí misma de consagrar el edificio a Dios, sacarlo de
su ámbito natural y destinarlo exclusivamente a las cosas sagradas, es el
momento liturgico en donde teológica y jurídicamente deja de ser un lugar
profano y se convierte en un espacio sagrado. A partir de la dedicación, ese
edificio pasa a ser el símbolo de la Ecclesia
Dei, epifanía del Cristo Total en medio de la historia.
Conclusiones:
1. Según la Nueva Alianza,
el verdadero Templo es la Santa Humanidad de Jesucristo y los que a través del
bautismo son injertados a él como piedras vivas.
2. Los edificios
arquitectónicos que usamos para el Culto Divino son iglesias o templos en el
sentido que son símbolos de la Ecclesia
Dei.
3. Entre los
sacramentales mayores, el rito de dedicación está destinado para lugares y el
rito de consagración para las personas.
4. El rito de dedicación
es un sacramental que vuele verdaderamente “sagrado” UN LUGAR DESTINADO
EXCLUSIVAMENTE AL CULTO DIVINO”, o sea, apartado totalmente para Dios. Esta
realidad tiene implicaciones teológicas y jurídicas.
5. El rito de la
dedicación, en sí mismo, tiene una riqueza histórica, teológica, jurídica y
pedagógica para la comunidad cristiana. Esto quiere decir que si tu templo
parroquial aún no ha sido “dedicado” no es un templo o una iglesia según mens
ecclesiae, solamente sería un “lugar” de culto sin más. Por lo tanto, no
estaría mal pensar en dedicar tus templos para en verdad sean lugares sagrados.
P. Judá García
- Ritual de dedicación de Iglesias
- Mario Righetti, Historia de la Liturgia, Madrid 2013.
- Aimé Martimort, La Iglesia en Oración, Barcelona
1992.
[2] Según La RAE la
metonimia es un tropo que consiste en designar con nombre de otra cosa tomando
como efecto por la causa o viceversa, el autor por sus obras, el signo por la
cosa significada, etc.
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