LECTURAS:
Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b.
Efesios 5, 21-32
Juan 6, 60-69
San Agustín nos dice que cada tiempo tiene sus cosas buenas y malas, que las aflicciones y tribulaciones que vivimos pueden servirnos de advertencia y corrección a la vez, pues la Sagrada Escritura no nos garantiza la paz, la seguridad y el descanso. Al contrario el Evangelio nos habla de tribulaciones, apuros y escándalos; pero el que persevere hasta el final se salvará.
También hay unas palabras del Beato Oscar Romero que pareciera nos hablara a nosotros en el año 2015:
Hay momentos en que
la tempestad de la historia se agiganta y crea confusión, angustia, desaliento,
pesimismo. Hasta algún pastor que debía de ser signo de tranquilidad, de
seguridad y de orientación se muestra también desorientado como si le fallara
la fe. Hay violencia, hay desorden y hay vicio también. Y hay la honradez de
los que se creen buenos porque no hacen ningún mal, olvidándose que ser bueno
no es algo negativo sino hacer todo el bien que se puede hacer. En fin, hay en
nuestros ambientes un ambiente de tempestad, de confusión. Se oye a veces: «¡Ya no hay salvación!» «¡Esto es un callejón sin
salida!» Hermanos, ante este pesimismo y desorientación, gracias a Dios que los
cristianos contamos con una voz que ha estado resonando durante todo el mes de
agosto: «Éste es mi Hijo el amado, escuchadle!» Él tiene palabras de vida eterna, nos dice el evangelio de hoy. Es una voz de calma
y de luz. Es como cuando uno sabe que más allá de las nubes del temporal hay un
cielo claro donde el sol brilla y que ha de pasar el temporal. Y las nubes
pasarán y brillará ese cielo y ese sol. ¡Tengamos fe! (26/08/1979).
Las malas noticias no paran, mucho menos el miedo y el riesgo de morir violentamente en cualquier momento, esto sumado a los problemas personales y familiares de cada uno de nosotros. Las lecturas de este domingo nos invitan a descubrir el trasfondo de estos problemas: la idolatría, retándonos a tomar una decisión en medio de la crisis: Servir al Señor o los ídolos.
La primer lectura hay una crisis nacional, el pueblo de la Alianza tiene que tomar una decisión crucial, Josué los cuestiona: Y si no están dispuestos a servir al Señor, elijan hoy a quién quieren servir: si a los dioses a quienes sirvieron sus antepasados al otro lado del Río, o a los dioses de los amorreos, en cuyo país ustedes ahora habitan. Yo y mi familia serviremos al Señor. De parte del pueblo hubo una entrega total del corazón: Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a otros dioses.
Nosotros tenemos la misma tentación eterna de Israel: la idolatría. Lo que ven y sienten nuestro corazones sólo es síntoma de la idolatría al dinero, al poder y al placer de muchos grupos ideológicos y políticos que están destruyendo nuestro país, nuestra familia y nuestra propia vida. No son capaces de estar unidos en estos momentos de crisis porque sirven a sus dioses lascivos y sanguinarios, mientras que la sangre derramada violentamente, la injusticia. la impunidad y la corrupción reinan vilmente.
En el evangelio la comunidad apostólica también está en crisis, ante los signos y la verdad sobre el Mesías los discípulos abandonan a Jesús, y él los cuestiona: ¿También ustedes quieren irse?, y en boca de Pedro está la profesión de fe del toda la Iglesia: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de Vida eterna. Nosotros hemos creído y sabemos que eres el Santo de Dios». No importa nada, sino estar de parte de Jesús, de lado de la verdad, será el paradigma de la Iglesia a lo largo de los años: predicar la verdad, aunque se quede sola.
Ante la crisis que sufre el país nosotros tenemos que decidirnos por las palabras de Jesús que son espíritu y vida para los discípulos que tratan de ser sal y luz en medio del mundo. El cambio dentro de la Iglesia y en el mundo comienza cuando renuncio al miedo y a la idolatría, cuando nos empezamos a convertir al Señor, cuando dejamos la corrupción y el pecado atrás. La paz y la justicia es algo que se trabajo diariamente.
Finalmente, las lecturas de hoy llaman a la conversión a todos los corruptos del país, a que renuncien a sus injusticias e inoperancia, llama a los violentos a que dejen esa vida de maldad que hace sufrir a tanta gente, nos llama a la unidad para conseguir la paz tan anhelada, a que nos abramos a la trascendencia, porque esta tierra no es nuestra patria definitiva, debemos tener nuestro corazón puesto en el cielo y los pies sobre la tierra. Amén.
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