domingo, 9 de agosto de 2015

Las raíces del mal en nuestro país en el pensamiento del Beato Oscar Romero: La absolutización de la riqueza, el poder y la política.

Cuando Cristo deja de ser él «absoluto», se «absolutizan» otros valores. En mi carta pastoral, tres absolutizaciones que explican la trágica «polarización» de nuestro país.

En la cuarta carta pastoral, que está por salir ya, yo denuncio en nuestro ambiente, tres absolutizaciones. Llamo así, absolutización, la actitud de un hombre que considera absoluto lo que él opina y ya lo demás le sale sobrando. Cuando ese absoluto no es Dios ni es Cristo, como los judíos, nos hacemos muchos absolutos. Y si es cierto que en El Salvador hoy hay lo que se llama ya mucho la «polarización», entonces lo podemos llamar también «absolutización».

Absolutización de la riqueza y de la propiedad privada

Yo denuncio, sobre todo, la absolutización de la riqueza. Éste es el gran mal de El Salvador: la riqueza, la propiedad privada como un absoluto intocable y ¡ay del que toque ese alambre de alta tensión, se quema...!

Se olvidan éstos, carnes sin Cristo, que la riqueza no es Cristo ni es Dios. Que la absolutización de la riqueza y de la propiedad privada es un gran error. «La propiedad privada la respetamos -dice el Papa- pero no tienen que olvidar, que sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social». ¿Qué quiere decir el Papa? Tomando palabras de la tradición, la propiedad privada no es un absoluto, tiene una condición que nuestra Constitución política de El Salvador lo reconoce cuando dice: «... la propiedad privada en función social». Lo que se tiene no es sólo para uno, lo que se tiene es como don de Dios para que lo administren al servicio del bien común. No es justo que unos pocos tengan todo y lo absoluticen de tal manera que nadie lo pueda tocar, y la mayoría marginada se esté muriendo de hambre...

Absolutización del poder

Otra absolutización de los hombres que han perdido la fe en Cristo: la absolutización del poder. Se llega hasta la filosofía de la seguridad nacional, en donde todo se permite por el dios poder. «Y resulta ridículo -digo en mi carta pastoral- que en nombre de la seguridad nacional, se ha instalado una gran inseguridad en el pueblo». Esta absolutización del poder es mala, porque el poder no es Dios; el poder no es Cristo, y si todo se subordina al poder, toda opinión, toda expresión que quiera criticar y componer mejor las cosas será reprimida. Y ésta es la represión que está pasando en nuestro país: la absolutización del poder.

Absolutización de la política

Pero hay otra tercera absolutización que está en esta línea del evangelio que estamos meditando. Es la absolutización de la política. Cuando mi opción política, lo que yo pienso que es la solución política, mi partido, mi organización, la creo como lo absoluto; y yo no debo de dialogar con nadie porque yo tengo la llave de la solución, que vengan a mí, yo no voy a nadie. Entonces tenemos también un fanatismo, un sectarismo que es ridículo; y que en esta hora en que el país sufre, es también un crimen la absolutización de las organizaciones políticas. Y resulta que los servidores de la absolutización de la derecha, que hoy aquí en El Salvador es la riqueza, la propiedad privada, el poder político, servidores de ese frente de ultraderecha, las organizaciones fantasmas o reales que amenazan a muerte, que acribillan a balazos, que amenazan, que secuestran, todo eso es el servicio al falso dios. Eso es también idolatría horrorosa de dioses que se están cobrando vidas humanas. Servidores del dios Moloc. También las organizaciones armadas de la ultraizquierda; son crímenes de absolutización, son idolatrías, son pecados, unos y otros están pecando en sus polarizaciones contra el mandamiento de la ley de Dios. A Dios hay que obedecer...

(Homilía 12/08/1979) 

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