domingo, 10 de mayo de 2020

En medio de la crisis dice Jesús: "no pierdan la paz"


Hoy es gran día para nosotros en El salvador, celebramos el día de la Madre. Traigamos pues a nuestro oración dominical esa intención especial. Que bendiga a las que están con nosotros en este peregrinar; que conceda descanso eterno a las que ya partieron. Siempre hay una razón para tenerlas presente en el corazón. Es tan hermoso el don de tener madre, que el mismo Dios quiso tener una, quien también es nuestra madre del cielo. Encomendémonos a su intercesión, ella nos pregunta: ¿por qué tienes miedo? ¿acaso no soy yo tu madre? Son palabras realmente reconfortantes en estos tiempos de Pandemia.

Hemos estado viendo en las últimas semanas muchos avatares históricos en el mundo, un tanto confusos, no hay una sintonía en las comunicaciones, parece que no hay una sola visión de las cosas. ¿Quién dice la verdad? Ya no digamos la ola de tertulianos que les gusta hablar de lo que no saben. En particular nos llama la atención el pecado de la corrupción que se ha institucionalizado en las estructuras políticas y económicas, puedo hacer un resumen: “está claro que la persona humana no está en el centro”. Esto significa que su dignidad puede ser pisoteada fácilmente si los intereses del poder se ven amenazados. Los pobres luchan contra el “Virus” del Covid 19, pero también contra el virus del neoliberalismo que los amenaza igualmente a la muerte. Da escalofríos pensar que esto muchos lo han vivido años atrás solamente en la teoría, pero en estos tiempos de crisis se ha vuelto diáfano, está claro que la vida de los pobres solo se ve desde una perspectiva fría, son un número nada más. También se ha dejado claro el dilema entre lo moralmente ilegal y lo legalmente inmoral, (legalismo), que no tiene nada que ver con la legalidad. El hombre legal actúa según la ley, debe ser así, pero el fin es el bien común. El legalista es el manipula ley, sin considerar las circunstancias, pero si sus interés, en detrimento del bien común. Ese es El Salvador.

Pero en la Palabra de Dios que ilumina la realidad histórica, Jesús nos dice: “no pierdan la paz”, una petición hecha en medio de la crisis de la corrupción que mató a Jesús. Es difícil pedir paz a alguien en crisis, pero no es señal de impotencia, sino de esperanza. No habla de la paz humana calculada firmada en un papel, o de pactos o treguas oscuras. Está hablando del Shalom mesiánico[1], que significa muchas cosas: gozo, unidad, plenitud, salud, prosperidad. Una bendición total: la sanación de la persona completa.

Jesús nos dice que no perdamos ese hermoso don que es él mismo, Jesús es nuestra paz  (Ef 2, 14; Jn 14, 27; Lc 24, 36; Rom 14, 27) Notemos que es la última palabra que Jesús les dice antes de la cruz, y es la primera que dice después de la resurrección.

¿qué motivos nos da para no perder la paz?

-         En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones.

-         Yo soy el camino, la verdad y la vida

-         Quien me ve a mí, ve al Padre.

Lo primero es la visón trascendente de la vida. Una manera sencilla, pero profunda es creen en verdad en la vida eterna, una vida más alla de la muerte, que hace que pensemos que somos peregrinos en este mundo. Es importante porque con esto la vida y la muerte se relativiza, lo efímero deja de ser absoluto, y lo eterno deja de ser relativo.

Pero pensar en la vida eterna no es una invitación a desatender la historia, hay una camino que recorrer, esto nos lo recuerda la segunda lectura de hoy: Acérquense al Señor Jesús, la piedra viva, rechazada por los hombres. Este “acercarse” no es físico, sino espiritual, pero que implica a la persona total, implica un volver a Jesús, pero con una mente y corazón diferente. Encontrarnos con el resucitado. Llegar a Jesús es llegar al Padre, de hecho es la única manera de poderlo hacer.

Pero la fe no es lago individual solamente, se nos recuerda que somos piedras vivas que edifican a la Iglesia. Cada uno es una piedra importante, pero debemos estar fundados en la piedra angular que es Jesucristo.

Si queremos una sociedad nueva, se necesitan personas nuevas. Porque ya puede haber reformas, leyes, gobiernos, “constitución”, pero si no hay un corazón convertido al Señor, no cambiarán las estructuras, no va a desaparecer la corrupción, incluso esto va para los que estamos en todos los estratos de la Iglesia; sin embargo, estamos llamados a ser agentes activos de transformación, debemos ser buscadores de la verdad y luchadores de la justicia.

Los caminos concretos es trabajo de los peritos, pero los principios morales aplicados a la realidades es de los que formamos esas estructuras.

1 comentario:

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