La inmensa mayoría ha experimentado más de alguna vez cosas raras que pasan. Estoy hablando de lo que llamamos mundo paranormal, lo que popularmente se conoce como sustos, burletas, apariciones, ver a los muertos., Etc. Alrededor de esta realidad hay una gran ficción por parte del mundo del cine e idiosincrasia por parte de la cultura de cada uno de nuestro pueblos. Otros, queriendo parecer valientes o intelectuales, como si no creer les aumenta su CI, dicen no creer. Claro, ante todas estas opiniones es difícil llegar a la verdad.
Por ejemplo. Tengo un amigo que en el aniversario de la muerte de su papá suceden cosas fuera de lo normal: golpes, pasos, olores. Etc., esto ha sucedido por más de 40 años. O del otro, que recién muerta su abuela percibía olores de cremas para la piel que en vida usaba ella. O la de otra conocida, que el dia del novenario de su madre trataban de abrir la puerta de su habitación. O la del muchacho que se aseguraba todas las noches de cerrar bien su habitación, sin embargo, amanecía la puerta abierta. y así puedo mencionar un sin fin de casos.
Bueno, hablaré desde mi condición de creyente:
La Revelación de Dios nos ha transmitido un conocimiento limitado sobre el mundo sobrenatural, pero en realidad hay muchas cosas que desconocemos, que no son necesarias para la salvación (Jn 20, 31). Entonces surge la pregunta ¿De que podemos estar seguros? una respuesta sencilla, de las postrimerías o novísimos. ¿que no tienes idea de lo que te hablo? no me extraña, parece que estos temas ya no son materia de la predicación, pero siguen siendo una realidad latente. pues hablo de las siguientes cosas:
a) La muerte: dice el catecismo, 1007: La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida«Acuérdate de tu Creador en tus días mozos [...], mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio» (Qo 12, 1. 7).
b) El Juicio personal: dice el catecismo 1022 que Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
c) Cielo: dice el catecismo 1025 que Vivir en el cielo es "estar con Cristo" (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven "en Él", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17): «Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino» (San Ambrosio, Expositio evangelii secundum Lucam 10,121).
d) El purgatorio: el catecismo 1030-1031 dice que los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados.
e)El Infierno: El catecismo dice 1035 dice que la enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12).
f) El Juicio Final: el Catecismo 1038 dice que la resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).
Esto está claro como el agua. Ahora bien, por norma general sabemos que de la muerte no se puede regresar a este mundo, ningún ser humano se puede manifestar a otros que aún viven. "Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio. (Heb 9, 27)
La Revelación de Dios nos ha transmitido un conocimiento limitado sobre el mundo sobrenatural, pero en realidad hay muchas cosas que desconocemos, que no son necesarias para la salvación (Jn 20, 31). Entonces surge la pregunta ¿De que podemos estar seguros? una respuesta sencilla, de las postrimerías o novísimos. ¿que no tienes idea de lo que te hablo? no me extraña, parece que estos temas ya no son materia de la predicación, pero siguen siendo una realidad latente. pues hablo de las siguientes cosas:
a) La muerte: dice el catecismo, 1007: La muerte es el final de la vida terrena. Nuestras vidas están medidas por el tiempo, en el curso del cual cambiamos, envejecemos y como en todos los seres vivos de la tierra, al final aparece la muerte como terminación normal de la vida. Este aspecto de la muerte da urgencia a nuestras vidas: el recuerdo de nuestra mortalidad sirve también para hacernos pensar que no contamos más que con un tiempo limitado para llevar a término nuestra vida«Acuérdate de tu Creador en tus días mozos [...], mientras no vuelva el polvo a la tierra, a lo que era, y el espíritu vuelva a Dios que es quien lo dio» (Qo 12, 1. 7).
b) El Juicio personal: dice el catecismo 1022 que Cada hombre, después de morir, recibe en su alma inmortal su retribución eterna en un juicio particular que refiere su vida a Cristo, bien a través de una purificación (cf. Concilio de Lyon II: DS 856; Concilio de Florencia: DS 1304; Concilio de Trento: DS 1820), bien para entrar inmediatamente en la bienaventuranza del cielo (cf. Concilio de Lyon II: DS 857; Juan XXII: DS 991; Benedicto XII: DS 1000-1001; Concilio de Florencia: DS 1305), bien para condenarse inmediatamente para siempre (cf. Concilio de Lyon II: DS 858; Benedicto XII: DS 1002; Concilio de Florencia: DS 1306).
c) Cielo: dice el catecismo 1025 que Vivir en el cielo es "estar con Cristo" (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven "en Él", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17): «Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino» (San Ambrosio, Expositio evangelii secundum Lucam 10,121).
d) El purgatorio: el catecismo 1030-1031 dice que los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo. La Iglesia llama purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados.
e)El Infierno: El catecismo dice 1035 dice que la enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12).
f) El Juicio Final: el Catecismo 1038 dice que la resurrección de todos los muertos, "de los justos y de los pecadores" (Hch 24, 15), precederá al Juicio final. Esta será "la hora en que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz [...] y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación" (Jn 5, 28-29). Entonces, Cristo vendrá "en su gloria acompañado de todos sus ángeles [...] Serán congregadas delante de él todas las naciones, y él separará a los unos de los otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras. Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda [...] E irán éstos a un castigo eterno, y los justos a una vida eterna." (Mt 25, 31. 32. 46).
Esto está claro como el agua. Ahora bien, por norma general sabemos que de la muerte no se puede regresar a este mundo, ningún ser humano se puede manifestar a otros que aún viven. "Y así como el destino de los hombres es morir una sola vez, después de lo cual viene el Juicio. (Heb 9, 27)
No obstante, hay que dar una respuesta a los fenómenos que no podemos explicar.
Bueno, hay que empezar diciendo que la mayoría de fenómenos "raros" tienen una explicación lógica y natural. Lo que pasa es que desconocemos la leyes de la física o los trastornos psicológicos, es decir, ser racional debe ser nuestra primera opción. Esto no significa que seamos del caso que dijimos al principio, de los que se creen inteligente, pero tampoco podemos caer en el extremos de los ingenuos.
Pensemos en el trastorno de la parálisis del sueño que me hace tener experiencias verdaderamente espeluznantes, sin embargo todo es una proyección de la mente. O el fenómeno de la pareidolia, que me hace asociar ciertas cosas con figuras humanas . Ya no digamos la superstición, fenómeno sociológico que me hace darle a los sueños una credibilidad indebida. Esto significa que la mente nos engaña, muchas sos tretas suyas, que no tienen nada que ver con la realidad. Todo tiene una explicación sicológica.
Sin embargo, hay situaciones verdaderamente inexplicables, que pertenecen al mundo sobrenatural o espiritual; pero cuidado, debemos ser muy prudentes al respecto.
Primero, un alma puede manifestarse con un permiso extraordinario de parte de Dios, pero no será para asustar o dar revelaciones inéditas a alguien en específico, SINO PARA PEDIR ORACIÓN PARA LA PRONTA PURIFICACIÓN. Este punto lo han experimentado algunos santos, por ejemplo San Pío de Pietrelcina o Santa Perpetua o don Bosco que tuvieron contacto con el más alla, pero ello no buscaron esa experiencia.
Buscar contacto con el más allá, lo que se llama la nigromancia es pecado: Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería. Tampoco habrá ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos. Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones, él desposeerá a esos pueblos delante de ti (Dt 18, 10-12)
Segundo, hay manifestaciones que provienen de maligno, sobre todo para hostigar: tentación, obseción, infestación, vejación o posesión. con estos fenómenos no se juega, se ora. A esto se puede llegar cuando nosotros jugamos con cosas oscuras, podemos quedar afectados por el maligno. Luego, a veces a sucedido que algunos de estas cosas les pasan a gente muy santa. Por ejemplo, san Juan MAría Vianney que era vejado constantemente por el demonio.
En fin, vivamos santamente nuestra vida natural, sin sobresaltos, todo el tiempo el consejo de san Benito: ora y trabaja.
Que Dios Dios te bendiga.
Buscar contacto con el más allá, lo que se llama la nigromancia es pecado: Que no haya entre ustedes nadie que inmole en el fuego a su hijo o a su hija, ni practique la adivinación, la astrología, la magia o la hechicería. Tampoco habrá ningún encantador, ni consultor de espectros o de espíritus, ni evocador de muertos. Porque todo el que practica estas cosas es abominable al Señor, tu Dios, y por causa de estas abominaciones, él desposeerá a esos pueblos delante de ti (Dt 18, 10-12)
Segundo, hay manifestaciones que provienen de maligno, sobre todo para hostigar: tentación, obseción, infestación, vejación o posesión. con estos fenómenos no se juega, se ora. A esto se puede llegar cuando nosotros jugamos con cosas oscuras, podemos quedar afectados por el maligno. Luego, a veces a sucedido que algunos de estas cosas les pasan a gente muy santa. Por ejemplo, san Juan MAría Vianney que era vejado constantemente por el demonio.
En fin, vivamos santamente nuestra vida natural, sin sobresaltos, todo el tiempo el consejo de san Benito: ora y trabaja.
Que Dios Dios te bendiga.
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