martes, 12 de mayo de 2020

El día que un nadador se salvó por Intercesión de la Virgen


Un día un joven nadador decide hacer su rutina de entrenamiento, por lo que se introdujo al mar para nadar un par de kilómetros. A medio entrenamiento lo atacó un espasmo muscular en toda su pierna; a parte de esa dificultad se vio atrapado en una corriente marina.

Esto significaba una sola cosa: muerte segura; sin embargo, a media dificultad se acordó de la Madre de Dios, pidiéndole de corazón: ¡sálvame, Virgen María! Inmediatamente el agua cesó en su ira, el espasmo desapareció repentinamente y las misma olas le han sacado hasta la playa. Al salir, cae postrado de rodillas, agitado y casado obviamente. 

De pronto, pone su mirada en la arena, nota una cosa pequeña de metal, la toma en su mano y resulta ser una Medalla Milagrosa. Inmediatamente entendió que fue un milagro de nuestra madre celestial, a la que le prometió perenne devoción. A poco años nace su segundo hijo, decidiendo consagrarlo a la Virgen, asentando al muchacho simbólicamente el 13 de mayo de ese año, no el día verdadero de su nacimiento. 

Él sostenía que lo hizo por consagrar a su hijo a la Madre de Dios en acción de gracias del milagro acaecido anteriormente.

 ¿Cómo sé de ese testimonio? Pues él mismo me lo dijo, ese hombre es mi padre. Por esa razón mi cumpleaños legal es el día de la virgen de Fátima. Que Santa María interceda por nosotros.

Bajo tu amparo nos acogemos,
santa Madre de Dios;
no deseches las oraciones
que te dirigimos
en nuestras necesidades,
antes bien
líbranos de todo peligro,
¡oh, Virgen gloriosa y bendita!
Amén. 

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