jueves, 3 de septiembre de 2015

23º DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

Lecturas: 

Is 35, 4-7a
Sgo 2, 1-5
Mc 7, 31-37

Empezando el mes de la independencia, irónicamente hemos vivido unas semanas muy tensas a nivel nacional, que hacen de nuestra libertad una ridícula caricatura. 

Por ejemplo: aparece de nuevo la figura  "terrorista" dentro del escenario público, hemos visto las noticias sobre amenazas de bombas, hemos escuchado grandes voces "en contra" de la corrupción; ya no se diga el cinismo de supuestos días de paz que ofrecen ciertos grupos criminales del país. 

Mientras que la impunidad, la injusticia y la verdadera corrupción impera en todo el territorio nacional; los diferentes poderes no buscan soluciones para los verdaderos problemas del país. Claro que no es de extrañarnos: esta es la manera como los poderosos de este mundo se acercan al pueblo pobre y marginado: dominando  y oprimiendo (Mt 20, 25; Mc 10, 42). 

Las lecturas de hoy revelan que la situación de nuestro país es como la del desierto: en donde no existe la vida y pareciera que el viento canta una triste canción: quiero ser un jardín o bosque, o sea, quiero tener vida. En otras palabras, El Salvador está hundido en la mayor esclavitud de las esclavitudes: el pecado. 

Sin embargo, la Palabra de Dios de este domingo también nos revela la manera como Dios se acerca a su pueblo: con justicia y misericordia.

Las figuras centrales son Jesús y el sordomudo. El sordomudo es figura del hombre esclavizado que no puede oír y no puede hablar, es decir, no puede comunicarse con el mundo exterior. Y Cristo es figura del Enmanuel: el Dios con nosotros, del Señor que viene a liberarnos integralmente. El se acerca para salvarnos, su reino no es como los de este mundo que dominan y oprimen. El Beato Oscar Romero decía los siguiente: 

(PrimeroDios viene en persona a salvarnos. Es Cristo entre las necesidades del mundo.

Segundo, la promoción que Cristo quiere hacer del hombre es todo el hombre en su dimensión trascendente, en su dimensión histórica, en su dimensión espiritual, en su dimensión corporal. Es todo el hombre al que hay que salvar. El hombre en sus relaciones sociales, el hombre que no considere a unos más hombres que a otros, sino a todos hermanos y con preferencia a los más débiles y más necesitados. Éste es el hombre integral que la Iglesia quiere salvar. ¡Difícil misión! La catalogarán muchas veces entre subversivos comunistas y revolucionarios, pero la Iglesia sabe cuál es su revolución: la del amor de Jesucristo 

Y porque la revolución de la Iglesia es la misma de Cristo, mi tercer pensamiento ha sido éste: no quiere deshacer, no quiere destruir, sino rehacer, y de la propia debilidad y miseria humana, por eso llama a conversión. Porque si el que oye es un criminal, mañana puede ser un apóstol. ¿Cómo rehízo Cristo a Pablo, el perseguidor?(09/09/1979)

Estamos llamado a no dejarnos vencer por el miedo como invita el profeta Isaías, debemos vivir siempre confiados en la presencia salvadora y transformadora del Señor, que viene a salvarnos totalmente. Debemos trabajar por ese reino de justicia y paz que tanto ansiamos. sin perder la visión trascendente, pero con lo pies bien puestos en la tierra. 

Las esclavitudes y el sufrimiento de El Salvador y del mundo entero no es voluntad de Dios, es fruto del pecado concreto de hombres y mujeres. Pero para vernos liberados de esa esclavitud tiene que haber encuentro con Cristo. 

En este sentido, me llama la atención que hay un rito en el bautismo que está basada en este pasaje del Evangelio, precisamente su nombre es Effetá, el cual va acompañado de la siguiente oración: El Señor Jesús, que hizo oír a los sordos y hablar a los mudos, te conceda, a su tiempo. escuchar su Palabra y proclamar la fe, para alabanza y gloria de Dios Padre. La verdadera liberación viene cuando esuchamos y acogemos la Palabra de Dios y profesamos de corazón nuestra fe, de manera personal y como pueblo de Dios: es lo que mantiene firmes en nuestra peregrinaje por este mundo. 

Es buen momento, para que como Iglesia viva no nos cansemos de anunciar la buena noticia de Jesucristo en todo momento. Tampoco dejemos de reflexionar sobre los signos de los tiempos y proponer soluciones humanas y cristianas a nuestros problemas sociales. No nos detengamos en trabajar por la liberación integral de nuestra patria, para liberarla de sus esclavitudes en nombre de la verdadera revolución: El amor de Jesucristo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DIRECTORIO HOMILÉTICO: Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica. Ciclo C. Cuarto domingo de Adviento.

96. Con el IV domingo de Adviento, la Navidad está ya muy próxima. La atmósfera de la Liturgia, desde los reclamos corales a la conversión, ...