domingo, 1 de octubre de 2017

Culto Eucarístico fuera de la misa. Aspecto histórico: segundo milenio

EL segundo milenio de la adoración a la Eucaristía 

Por diversos motivos en el segundo milenio ya había una separación entre liturgia y vida, lo que convirtió a la asamblea en meros espectadores de la Eucaristía y otros sacramentos, o sea, desaparece el carácter comunitario del culto cristiano.

Este fenómeno no se dio de la noche a la mañana, sino que fue un proceso que duró muchos siglos. Por ejemplo: la desaparición del catecumenado y la exclusividad del bautismo de niños; la imposición de la lengua latina en los países franco-germánicos; la desaparición del carácter público del sacramento de la penitencia; la privatización de la Eucaristía de parte del clero; el deseo de salvar el alma por miedo a la condenación eterna; y las famosas explicaciones alegóricas de las Santa Misa que no ayudaron en nada a la comprensión de la liturgia.[1]        

Entonces, surge en la espiritualidad cristiana un deseo de dialogar con el Señor Jesús, o sea de tener un contacto directo con la humanidad de Jesús, dejando atrás la relación con un Jesús Pantocrátor, emperador hierático de todo el universo por un Jesús humano de carne y hueso sufriente:
          
Sin duda, esto ayudó a que se desarrollara la adoración eucarística en occidente, aunque en oriente no tuvo el mismo efecto, porque los iconos suplieron esta necesidad.[2] Ahora bien, también la adoración eucarística tuvo varias etapas y diversas formas de culto a lo largo del milenio:

En un primer momento, las atenciones al Santísimo Sacramento estuvieron sustentadas por la resistencia algunos errores doctrinales que ponían en duda la presencia de Jesucristo en la hostia consagrada, por ejemplo, la doctrina de Berengario de Tours en el siglo IX, cuando surge mayor interés por la reserva eucarística, ya no podía contenerse en el Capsa (una cajita de la sacristía) en donde se conservaba la comunión para los enfermos.

De esta manera, nace el tabernáculo: en cuanto al nombre está inspirado en el velo que cubre el arca de la alianza, pero en cuanto a forma está inspirado en piezas del mobiliario litúrgico que habían estado en uso, como las torres del rito galicano para la super oblata o las palomas de los bautisterios para guardar el santo crisma. Estos nuevos muebles se distinguían por la seguridad.[3] Los primeros que empezaron a fomentar la devoción a la presencia de Cristo en la reserva eucarística fueron los monjes de la abadía de Cluny, estamos hablando de finales del siglo XI.

También, aquí nace la costumbre de encender una lámpara a la par del tabernáculo del Santísimo, la cual, debería permanecer encendida perpetuamente; aunque esta práctica no era nueva, porque se hacía lo mismo con las reliquias de los mártires. Algo que será confirmado y mandado por el Ritual Romano de 1614.

El deseo de ver la hostia consagrada tuvo gran importancia para los místicos y para todo el pueblo cristiano: debido a esto la introducción de elevación del pan y el vino en la plegaria eucarística en el siglo XIII cobró gran fuerza y popularidad, manifestando la piedad con campanas, luces, incienso y música de órgano.[4] 
 
Incluso, cuando los moribundos no podían comulgar se les llevaba la hostia par que la pudieran contemplar antes de morir, pero esta práctica por el Ritual Romano de Paulo V de 1614.

Uno de los hechos más importantes sobre el desarrollo de la devoción eucarística es la institución de la fiesta del Corpus Christi. Se comienza a celebrar en Lieja en 1246, extendiéndose para toda la Iglesia en 1264 por el Papa Urbano IV.[5]

De la festividad del Corpus Christi nacen las procesiones que debían terminar con la bendición con el Santísimo. En este mismo contexto aparecen las costumbres de exponer el santísimo sobre el altar y lo que conocemos técnicamente las cuarenta horas, con ello aparecen custodias, ostensorios y grandes retablos.[6] 

 Desde el Concilio de Trento hasta el siglo XIX la devoción a la eucaristía se desarrolló continuamente hasta llegar a poner el sagrario en el centro del altar mayor y considerar la eucaristía desde la óptica de la reparación, porque por la culpa del pecado ha sido hecho prisionero, humillado y encarnecido. [7]   

Cuadro nos ubicamos en el siglo XX se puede notar una cierta crisis en el culto eucarístico, pero hubo algunos detalles que empezaron a dar equilibrio entre celebración eucarística y culto a la eucaristía fuera de la Misa: nos referimos a las reflexiones del movimiento liturgico que fomentaron las bases para una renovación profunda. Cabe mencionar los aportes de Pio X que fomentó la comunión frecuente y Pio XII que permitió las misas vespertinas, modificando significativamente la práctica del ayuno eucarístico.    

Insisto, El problema durante casi mil años era el divorcio entre la celebración eucarística y la adoración del Santísimo fuera de la Misa, reduciendo la teología una teoría esencialista y apologética. O sea, que la gente prefería estar contemplando la hostia y no participar en la Misa.

El Concilio Vaticano II logró recuperar un sano equilibrio entre celebración eucarística y el culto a la eucaristía, hablamos del ritual de la sagrada comunión y del culto a la eucaristía fuera de la misa promulgado el 21 de junio de 1973. Sobre todo, el capítulo tercero en donde se deja claro los tres actos de culto a la eucaristía reconocidos oficialmente: la exposición del Santísimo Sacramento, las procesiones y los congresos eucarísticos.

Otros documentos que han ayudado a la recta interpretación del culto a la eucaristía fuera de la misa son: Instrucción Eucharisticum mysterium (EM) de 1967; Encíclica Mysterium fidei (MF) del beato Pablo VI en 1965; Carta Dominicae caene (D.C) de San Juan Pablo II en 1980; instrucción Inaestimabile donum (I.D) de 1980; El Código de Derecho Canónico de 1983; Instrucción Redentoris Sacramentum de 2004; Exhortación apostólica Sacramentun Caritatis de Benedicto XVI en 2007.[8]

Resumen histórico:

Ø  En el primer milenio no hay rastros históricos que directamente hablen de una devoción eucarística como la concebimos el día de hoy. No hay sagrarios, ni hora santa ni velas perpetuas.

Ø  En el primer milenio hay conciencia de la presencia de Jesús en la eucaristía, pero desde la concepción sacramental de la patrística. No desde una mentalidad codificante ni esencialista.

Ø  En el segundo milenio, la devoción a la eucaristía tiene su origen en la devoción a la humanidad de Cristo en la Cruz. Esto en la edad media, debido a la privatización de la liturgia por parte del clero y la desaparición de su dimensión comunitaria.

Ø  En el segundo milenio, las expresiones más importantes de la devoción eucarística son: la elevación de la hostia durante la consagración, la procesión del Corpus Christi, la exposición del santísimo y la devoción de las cuarenta horas.

Ø  El problema histórico es un desequilibrio entre celebración eucarística y culto a la eucaristía fuera de la Misa. O sea, no hay conexión alguna entre celebración y adoración.

Ø  El Vaticano II ha recuperado el sano equilibrio, la Eucaristía es el centro de la vida cristiana, siendo el culto a la eucaristía fuera de la misa un acto de piedad que prepara para la participación activa en la eucaristía.

[1] Cf. Basurko, X., Historia de la Liturgia, Barcelona 2006, 215-236.
[2] Cf. Abad, C., La comunión y el culto eucarístico fuera de la Misa, en CELAM, La celebración del Misterio Pascual. Los Sacramentos: signos del Misterio Pascual (Tomo III), Bogotá 2001, 266-267
[3] Cf. Cabié, R., Eucaristía, 552.
[4] Cf. Pecklers, K., Atlas histórico de la Liturgia, Madrid 2013, 122.
[5] Cf. Abad, C., La comunión y el culto eucarístico fuera de la Misa, 268.
[6] Ibíd.
[7] Cf. Cabié, R., Eucaristía, en Martimort, A. G., La Iglesia en oración, Barcelona 1992, 552.
[8] Cf. Paulus PP. VI, Litterae Encyclicae Mysterium Fidei, A.A.S 57 (1965) 753-774; Sacra Congregatio Rituum, Instuctio Eucharisticum mysterium, (13/04/1967), A.A.S (1967) 539-573; Ioannis Pauli PP. II, Epistula  Dominicae Cenae, (24/02/1980) A.A.S (1980) 113-148; Sacra Congregatio pro Sacramentis et cultu Divino, Instructio Inaestimabile donum, (03/04/1980), A.A.S (1980) 331-343; Codex Iuris Canonici, (25/01/1983), A.A.S 75 (1983) II; Congregatio de Culto Divino et Disciplina Sacramentorum, Intructio Redemptionis sacramentum,(25/03/2004) A.A.S 96(2004) 549-601; Benedicti PP. XVI, Adhortatio Apostolica Postsynodalis Sacramentum caritatis, (22/02/2007) A.A.S (2007)105-180.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DIRECTORIO HOMILÉTICO: Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica. Ciclo C. Cuarto domingo de Adviento.

96. Con el IV domingo de Adviento, la Navidad está ya muy próxima. La atmósfera de la Liturgia, desde los reclamos corales a la conversión, ...