martes, 16 de agosto de 2016

El Lenguaje de la Liturgia (II)
Por A. Hoese

Vimos que la Sagrada Liturgia es un don de Dios al Hombre: es el modo que el hombre tiene de glorificar a Dios según su voluntad, y el modo en que Dios obra la santificación del hombre.

No es pues la comunidad quien crea la Liturgia, sino al contrario: es la Liturgia la que crea a la comunidad de creyentes. Y para que esto ocurra es necesario que los fieles participen de la acción de Dios o actio divina en el modo en que el mismo Dios ha instituido y a través del fiel cumplimiento de los ritos que la Iglesia ha aprobado, con la debida disposición interior para que esta participación sea fructuosa.

“La mejor catequesis sobre la Eucaristía es la Eucaristía misma bien celebrada” [SC, 64]. “El ars celebrandi (arte de celebrar bien) ha de favorecer el sentido de lo sagrado y el uso de las formas exteriores que educan para ello, como, por ejemplo, la armonía del rito, los ornamentos litúrgicos, la decoración y el lugar sagrado. Es igualmente importante la atención a todas las formas de lenguaje previstas por la liturgia: palabra y canto, gestos y silencios, movimiento del cuerpo, colores litúrgicos de los ornamentos. En efecto, la liturgia tiene por su naturaleza una variedad de formas de comunicación que abarcan todo el ser humano. La sencillez de los gestos y la sobriedad de los signos, realizados en el orden y en los tiempos previstos, comunican y atraen más que la artificiosidad de añadiduras inoportunas” [SC, 40].

La verdadera participación litúrgica supone entonces conocer y comprender los ritos establecidos, y la disposición interior para practicarlos obedientemente, sabiendo que el misterio que se celebra está mucho más allá de nuestra comprensión. Para ello será necesario entender quiénes son los sujetos que participan del culto, y cuál es el lenguaje apropiado para expresar el misterio que se celebra.

“La belleza de la liturgia es parte de este misterio; es expresión eminente de la gloria de Dios y, en cierto sentido, un asomarse del Cielo sobre la tierra. La belleza, por tanto, no es un elemento decorativo de la acción litúrgica; es más bien un elemento constitutivo, ya que es un atributo de Dios mismo y de su revelación.” [SC, 35]. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

DIRECTORIO HOMILÉTICO: Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica. Ciclo C. Cuarto domingo de Adviento.

96. Con el IV domingo de Adviento, la Navidad está ya muy próxima. La atmósfera de la Liturgia, desde los reclamos corales a la conversión, ...