DOMINGO XIX DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO C.
Sabiduría
18, 6-9
Salmo
32
Hebreos
11, 1-2. 8-19.
Lucas
12, 32, 32-48
Parece que en el siglo XXI el terrorismo y algunas ideologías van a
producir nuevos mártires cristianos, signo de lo que estoy hablando es el padre
Jacques Hamel, asesinado brutalmente por odio a la fe.
Otra cosa que nos preocupa es la violencia que vivimos en nuestro país a
raíz de la corrupción omnipresente, lo cual es más evidente cada día más. Lo
peor del caso que no hay justicia ni voluntad política para resolver el
problema.
Por supuesto, los más afectados de este misterio de la iniquidad son los
pobres, marginados y vulnerables de nuestros pueblos.
Sin embargo, la liturgia de este domingo es una hermosa catequesis sobre
la historia de la salvación (cómo decía el beato Óscar Romero) que nos llena de
fe y esperanza que Dios no se olvida de la suerte de los pobres y de la voz de
quienes lo buscan (como dice la antífona de entrada).
En la oración colecta nos dirigimos a Dios como Padre, así como Jesús
nos enseñó. Esto nos recuerda la confianza con la que debemos siempre
dirigirnos al Señor, lo que se convierte en algo primordial en medio de nuestro
diario vivir, porque estamos llamados a dar testimonio de verdaderos hijos de
Dios en el mundo, aporte no pequeño que damos para los demás.
Es precisamente lo que la Iglesia pide este día, que el Señor
intensifique ese espíritu de hijos adoptivos, porque la carne es débil y los
afanes de la vida puede dar muerte a ese hijo de Dios que llevamos dentro.
El libro de sabiduría refuerza nuestra fe y esperanza, porque la
lectura nos recuerda que Dios está con los oprimidos y que siempre cumple su
Palabra, por lo tanto podemos decir con el Salmo 32: Muéstrate
bondadoso con nosotros, puesto que en ti hemos confiado.
El beato Óscar Romero decía que ni las revoluciones ni la violencia ni
el odio podrán construir un mundo mejor o el reino de Dios:
"Dios no camina por allí, sobre charcos de sangre y de
torturas. Dios camina sobre caminos limpios de esperanza y de amor".
(07/08/1977).
Vemos en nuestro mundo como el poder político, económico e ideológico
aplasta sin piedad y soberbia a los más débiles, pero nuestra fe y esperanza
debe ser más fuerte, como lo decía Mons. Romero:
"Si se ríen de nosotros, como sé que se ríen cruelmente cuando
están torturando a nuestros catequistas y a nuestros sacerdotes, «¿Dónde están
sus esperanzas?», y creen que es más fuerte el fusil que los golpea y el tacón
que los patea, que la esperanza que llevan en su corazón. La esperanza será
después de todo eso" (Ibíd).
El mismo Jesús nos dice unas palabras de aliento: "no temas
rebañito mío, porque tu Padre ha tenido a bien darte el Reino".
Ciertamente el Reino es dado a todos aquellos que con las manos vacías y el
corazón dispuesto llegan a Dios para que les de todo, esa es la bienaventuranza
de la pobreza, tener el corazón puesto en el Reino de Dios, ese es el tesoro de
lo pobres del Señor.
Igualmente, el Señor nos invita a la perseverancia y a la vigilancia,
debemos estar siempre atentos a llevar a cabo la voluntad de Dios, Él nos ha
dado mucho para compartirlo con los demás, y al final nos exigirá mucho.
En la Eucaristía recibimos una prenda de la salvación, y ésta es fuente
de gracia que nos confirma en la luz de la verdad que nos hace personas libres
para servir a Dios y a su reino.(cómo dice la oración post comunión).
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