Lecturas:
- Gen 2, 18-24. Y serán los dos una sola carne.
- Sal 127. R. Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida.
- Heb 2, 9-11. El santificador y los santificados proceden todos del mismo.
- Mc 10, 2-16. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
Hace algunos días se presentó un proyecto de reforma a la Constitución de El Salvador. Uno de los puntos a cambiar era el concepto de "matrimonio". Obviamente querían dar paso a la legalización de las uniones de personas del mismo sexo, denominado en otros países como "matrimonio igualitario". Esto desató las alertas en la Iglesia y en otros sectores de la población, ambos estaban de acuerdo que no se puede permitir llamarle "matrimonio" a lo que no lo es; esto no contradice ni un momento promover una legislación que regule este tipo de contratos sociales, sobre todo para velar por los derechos de las personas que se unen, lo que se le puede llamar de otra manera, de acuerdo a su naturaleza.
El presidente dijo que los puntos que tenían que ver con la vida, el matrimonio y la eutanasia no los iba a promover, faltaría ver si cumple su promesa, porque la presión de los lobby progresistas tienen mucho poder. En todo caso, me sorprende una constante en los contrargumentos de muchos: el estado es laico. Esto da entender que los conceptos religiosos no pueden inmiscuirse en cuestiones de política o del estado. Por ejemplo: se piensa que estar en contra del aborto es una idea que surge de la mera religión, ergo, no es una posición política aceptable.
Las lecturas de hoy, más que del matrimonio, nos hablan de la primacía de Dios creador. Las lecturas nos indican que el mundo y el hombre son un proyecto suyo, le pertenece por derecho. También, la segunda lectura nos dice que tiene un proyecto trascendente para el hombre, habla de la gloria y la felicidad eterna. Estas verdades tocan el tema del señorío absoluto de Dios sobre toda lo creado. Otra cosa es reconocer esas verdades, lo que caracteriza a gran parte de salvadoreños, sean católicos o evangélicos. Esto indica un pulmón espiritual para la patria, pero que se puede enfermar del virus de una espiritualidad toxica que proponen algunas corrientes de pensamientos.
En esta linea podemos entender el matrimonio. No es cuestión moral, sino tiene que ver con el ser: al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. El argumento a favor del divorcio en la ley de Moisés solo quiere tapar las heridas del pecado, las cuales han dañado drásticamente las relaciones humanas. Esto lo podemos constatar en nuestra sociedad cuando vemos el fracaso de tantos matrimonios. Vemos verdaderos dramas humanos. Casos que he visto personalmente en el tribunal eclesiástico, duele acompañar el sufrimiento de estar personas.
Sin embargo, la raíz del mal no está en los defectos humanos precisamente, sino en la falta de fe. Puedo mencionar algunos ejemplos de matrimonios santos: José y María, San Isidro y su esposa Santa María o San Luis Martín y Santa Celia Guérin (padres de santa teresita). Ellos fueron hombres y mujeres que se santificaron en la vida matrimonial. Todos tuvieron pruebas y dificultades, la clave de ellos fue que vivieron su matrimonio desde la fe. Esto les abrió un camino de renuncia, entrega y santificación.
Ahora bien, tener fe y reconocer el señorío de Dios es algo que puede hacer quien tenga un corazón de niño: En verdad os digo que quien no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Esto contradice la soberbia del "superhombre" que pregona la sociedad post moderna. En donde se niega a Dios para ser totalmente libre. Si se quita a Dios de la ecuación, todo esta permitido, lo cual comportaría la destrucción del mismo hombre.
La invitación es clara para este domingo: debemos tener el corazón de un niño para aceptar el señorío de Dios, reconocer la verdad sobre el matrimonio y vivir con la esperanza de la vida eterna. Esto nos prepara para una lucha férrea contra las políticas que atacan a los valores de la familia cristiana. No es una lucha política o ideológica, sino que se trata de defender nuestra fe y el proyecto original de Dios.
Dios te bendiga.