martes, 19 de febrero de 2019

EL PODEROSO CARDENAL VS EL POBRE POETA


Al comenzar mi reflexión rezo un “yo confieso”, porque no se trata de señalar o juzgar a alguien en concreto, sino leer los signos de los tiempos, pues, la Iglesia como Cuerpo de Cristo en la historia debe estar en continuo discernimiento, inspirada y guiada por el Espíritu Santo.

En lo personal, creo que el Papa Francisco al canonizar a Monseñor Romero tiene claro un mensaje para toda la Iglesia, tanto clero y laicos: una Iglesia pobre para los pobres.

En esta línea me llama la atención fuertemente dos noticias que han impactado al mundo católico en menos de una semana: la expulsión del estado clerical de un cardenal muy poderoso de USA y la absolución de la pena de suspensión que tenía el p. Ernesto Cardenal.  Pero ¿qué relación pueden tener estos dos clérigos? podría decir alguno. Bueno, en primer lugar son contemporáneos, pero  están ubicados geográfica e ideológicamente en dos extremos irreconciliables: uno estuvo en medio de la superficialidad, la opulencia y el poderío; el otro en medio de la miseria, la injusticia  y la opresión; uno a favor de una Iglesia sociedad perfecta, jerárquica y piramidal, en donde los primeros son los clérigos y en donde los laicos sólo están para rezar, obedecer y pagar; el otro a favor de una Iglesia que tenía que despojarse de todo formalismo y volcarse a la inmensa mayoría de empobrecidos; uno premiado y promovido por la Iglesia; el otro castigado por 35 años.  

En Mc 8, 15 Jesús advierte que tengamos cuidado con la levadura de los fariseos y de la de Herodes, esto se refiere a la hipocresía, falsedad y superficialidad.

Aplicando esa lectura a este caso, pienso en lo siguiente: El tiempo nos ha demostrado que una Iglesia que vive en la opulencia y el poderío ´puede llevar fácilmente a la corrupción, que no es lo mismo que la condición de pecador que tenemos cada quien, sino la actitud de defender y mantener de manera permanente  situaciones pecaminosas, donde no hay nunca conversión, al contrario, sólo apariencias de bondad y santidad; que lo que hay que cuidar es el corazón (lev en hebreo), es decir, la interioridad, de allí sale todo lo bueno o lo malo del hombre. En este sentido, el problema no radica per se en las riquezas, sino en la ambición e idolatría al dinero y al poder, si eso es así, no importante donde nos movamos, si en medio de la riqueza y pobreza, terminamos perdidos y podridos. 

 El tiempo nos demostró que uno vivía de la apariencia, pero en realidad abusó de muchas maneras de los más débiles y vulnerables; mientras el otro, se mantuvo firme en sus ideas, pero también en sus convicciones religiosas y de fe. Al final, la Iglesia ha hecho justicia, uno ha sido expulsado y el otro absuelto, o sea ha sido restituido de sus funciones sacerdotales. Pero el mensaje va para nosotros clérigos: cuidado con las ambición, cuidado con abusar de los más débiles; debemos tener un corazón marcado por la pobreza evangélica, o sea, una interioridad siempre en discernimiento y disponibilidad para cumplir con la voluntad de Dios. Asimismo, fomentar una Iglesia pobre para los pobres. Lo que debe marcar nuestra vida sacerdotal es la caridad pastoral.

¡MEA CULPA, MEA CULPA, MEA MAXIMA CULPA!

DIRECTORIO HOMILÉTICO: Ap. I. La homilía y el Catecismo de la Iglesia Católica. Ciclo C. Cuarto domingo de Adviento.

96. Con el IV domingo de Adviento, la Navidad está ya muy próxima. La atmósfera de la Liturgia, desde los reclamos corales a la conversión, ...