martes, 8 de marzo de 2016

¿Por qué la liturgia es fuente de autoridad teológica? 

¿El día de hoy, qué dudas o doctrinas equivocadas podría refutar la liturgia?

¿Cómo podría contribuir en la actualidad la celebración de los misterios en la reflexión teológica contextual? 


La Liturgia como fuente de autoridad teológica

Sin lugar a dudas, es comprensible que en la antigüedad cristiana se recurra a la liturgia como fuente de argumentación teológica contra las dudas o negaciones en torno a un punto de la enseñanza de la Iglesia. En rigor, los Padres han considerado la liturgia como autoridad para resolver dudas eventuales de los creyentes y refutar algunas doctrinas equivocadas. La autoridad de la liturgia es tal que se impone la obligación de la observancia de los ritos, fórmulas y usos, como expresión de comunión en la misma fe.

Significativas en este sentido son las tempranas controversias antignósticas de las que son testigos Ignacio de Antioquía o Ireneo de Lyon que invocan la fe eucarística de la Iglesia para refutar la corriente docetista que negaba realidad a la humanidad de Cristo. O la respuesta de Tertuliano a los gnósticos, que no admiten la resurrección de la carne, frente a los cuales encuentra argumentos para su exposición no sólo en la celebración eucarística, sino en todo el rito de la iniciación cristiana. Los ejemplos se podrían multiplicar. Interesa, sin embargo, destacar que el recurso a la liturgia en esas controversias explica en qué sentido los misterios celebrados pueden ser presentados como autoridad. Si la discusión no se centra exclusivamente en la interpretación de ciertos pasajes bíblicos es porque los Padres tienen conciencia de haber recibido, también mediante la liturgia una tradición que deben conservar y transmitir a las siguientes generaciones. 

La autoridad de la liturgia en la reflexión teológica estriba, en efecto, en formar parte de la tradición viva de la Iglesia. Por ello, la Palabra de Dios no se lee ni se interpreta aisladamente, como quien hace un análisis de textos, sino ello se lleva a cabo en el ámbito litúrgico-celebrativo de la Iglesia.


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